Contrary to the religiously ordained bonfires that threatened and burned so many people because they tried to draw knowledge from nature instead of from holy writings, one of the greatest contributions of the final part of the Renaissance and of the Enlightenment was the recognition of ignorance. Accepting ignorance meant accepting that the knowledge derived from centuries old religious texts was extremely incomplete. Previously, during too long a time, questioning that the knowledge of sacred texts was perfect had been a quick path to death (1). One good example was Michael Servetus—a Spanish polymath, physician, and Renaissance humanist—condemned and burned at the stake in Geneva by order of the Reformed church.
Burning of a heretic / Hereje en la hoguera
"Doubt everything," said René Descartes, who in addition to his philosophy had also developed analytic geometry, also called Cartesian in his honor. Perhaps he was following in Socrates' footsteps when he said, according to Plato, "I only know that I know nothing." Philosophers of the Enlightenment recognized that there was much to learn and much to invent, whereupon they combined philosophical, social, and political studies with their affection for the scientific revolution. Science is born from the concept of ignorance and the associated need to investigate and learn about all things, to observe and study reality. Let us remember again Benjamin Franklin, who invented the lightning rod, as an example of an enlightened man. Acceptance of ignorance resulted in the centuries with the greatest progress in the history of humanity (2).
René Descartes
One of the results of this progress is enhancing lifespan along with research on healthy aging (3). Even many serious researchers consider amortality achievable, although one could die by accident or other inflicted means (4). If amortality is ever achieved, the impact on religions based on the afterlife will be very interesting. What will be the choice of the believers? Will they give up the practices, medicines, and technologies that could make their lives eternal in order to enjoy paradise? Would this renunciation be considered suicide?
According to Edward O. Wilson, science and religion are irreconcilable. Science seeks to explain everything based on facts that can be studied and analyzed, and thus be proven or rejected. On the contrary, religion explains everything in terms of creation myths that are not subject to scientific evidence. And a myth is, by definition, untestable and, moreover, supposedly incontestable. Part of the human population still questions the widely demonstrated phenomenon of the evolution of life and species. The U.S. has one of the most strikingly high percentages in this regard—46% of the population in 2013 (5), which fell to 27% among those under 30 in 2015 (6). Who will win in the long run? In 1998, at the prestigious Academy of Sciences of the United States, only 10% of its total elected members believed in any god or immortality. The percentage of believers dropped to 2% among biologists (7). This data can provide guidance on the correct answer.
Thomas Piketty and his collaborators studied the evolution of religiosity in voters from different countries (8). For example, in the United Kingdom, in 1964 only 3% of voters declared themselves to profess no religion. This percentage increased to 31% in 1979 and 48% in 2017. In France, the corresponding results were 6% in 1964 and 36% in 2017. Even in the U.S., the percentage of voters without religion has risen from 5% before 1960 to 20% as of 2010. However, in 2015, 80% of the US adult population said they believed in a god, while in European Union countries (9) Sweden had the minimum number of believers (18%), followed by France (27%), the United Kingdom (37%), and Germany (44%). Over 50% of believers in the population were, for example, Italy (74%) and Poland (79%). Outside the European Union, Brazil (88%) and Turkey (94%) deserve to be mentioned.
Religion gives us the message that our human nature goes beyond survival and reproduction marked by natural selection, and in that message religion is right, but not by the existence of gods, souls, and norms that transcend reality. If we go farther in anything, it is in our ability to enhance—maybe not enough—our best instincts and to dominate—not always—our worst predispositions, as well as all the other characteristics of human nature that are the product of evolution, including religion itself.
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Versión en español:
Contrariamente a las hogueras ordenadas por las religiones, que amenazaron y quemaron a tantas personas porque trataron de extraer conocimiento de la naturaleza en lugar de los escritos sagrados, una de las mayores contribuciones de la parte final del Renacimiento y de la Ilustración fue el reconocimiento de la ignorancia. Aceptar la ignorancia significaba aceptar que el conocimiento derivado de textos religiosos con muchos siglos de antigüedad era extremadamente incompleto. Anteriormente, durante demasiado tiempo, cuestionar que el conocimiento de los textos sagrados era perfecto había sido un camino rápido hacia la muerte (1). Un buen ejemplo fue Miguel Servet (un erudito español, médico y humanista renacentista), condenado y quemado en la hoguera en Ginebra por orden de la iglesia reformada.
"Dude de todo", dijo René Descartes, quien además de su filosofía también había desarrollado la geometría analítica, también llamada cartesiana en su honor. Tal vez estaba siguiendo los pasos de Sócrates cuando dijo, según Platón: "Solo sé que no sé nada". Los filósofos de la Ilustración reconocieron que había mucho que aprender y mucho que inventar, con lo cual combinaron estudios filosóficos, sociales y políticos con su afecto por la revolución científica. La ciencia nace del concepto de ignorancia y de la necesidad, asociada a la ignorancia, de investigar y aprender sobre todas las cosas, de observar y estudiar la realidad. Recordemos de nuevo a Benjamin Franklin, quien inventó el pararrayos, como un ejemplo de un hombre ilustrado. La aceptación de la ignorancia dio lugar a los siglos con mayor progreso en la historia de la humanidad (2).
Uno de los resultados de este progreso es mejorar la esperanza de vida, junto con la investigación sobre el envejecimiento saludable (3). Incluso muchos investigadores serios consideran que la amortalidad (ausencia de mortalidad) es alcanzable, aunque uno podría morir por accidente u otros medios (4). Si alguna vez se logra la amortalidad, el impacto en las religiones basadas en la vida después de la muerte será muy interesante. ¿Cuál será la elección de los creyentes? ¿Renunciarán a las prácticas, medicinas y tecnologías que podrían hacer que sus vidas sean eternas para disfrutar del paraíso? ¿Se consideraría esta renuncia un suicidio?
Según Edward O. Wilson, la ciencia y la religión son irreconciliables. La ciencia busca explicar todo basándose en hechos que pueden ser estudiados y analizados, y así ser probados o rechazados. Por el contrario, la religión explica todo en términos de mitos de la creación que no están sujetos a evidencia científica. Y un mito es, por definición, incomprobable y, además, supuestamente incontestable. Parte de la población humana todavía cuestiona el fenómeno ampliamente demostrado de la evolución de la vida y las especies. Estados Unidos tiene uno de los porcentajes sorprendentemente más altos en este sentido: 46% de la población en 2013 (5), que cayó al 27% entre los menores de 30 años en 2015 (6). ¿Quién ganará a largo plazo? En 1998, en la prestigiosa Academia de Ciencias de los Estados Unidos, sólo el 10% del total de sus miembros electos creían en algún dios o en la inmortalidad. El porcentaje de creyentes se redujo al 2% entre los biólogos (7). Estos datos pueden proporcionar orientación sobre la respuesta correcta.
Thomas Piketty y sus colaboradores han estudiado la evolución de la religiosidad en los votantes de diferentes países (8). Por ejemplo, en el Reino Unido, en 1964 sólo un 3% de los electores declaraba no profesar ninguna religión. Este porcentaje aumentó hasta el 31% en 1979 y el 48% en 2017. En Francia los resultados correspondientes fueron del 6 % en 1964 y del 36% en 2017. Incluso en EE.UU. el porcentaje de votantes sin religión ha subido del 5% anterior a 1960 hasta el 20% a partir de 2010. Sin embargo, en 2015 el 80% de la población adulta de EE.UU. decía creer en un dios, mientras en países de la Unión Europea (9) el mínimo de creyentes lo tenía Suecia con un 18%, seguida de Francia (27%), Reino Unido (37%) y Alemania (44%). Superaban el 50% de creyentes por ejemplo Italia (74%) y Polonia (79%). Fuera de la Unión Europea cabe mencionar Brasil (88%) y Turquía (94%).
La religión nos da el mensaje de que nuestra naturaleza humana va más allá de la supervivencia y la reproducción marcada por la selección natural, y en ese mensaje la religión tiene razón, pero no por la existencia de dioses, almas y normas que trasciendan la realidad. Si vamos más allá en algo, es en nuestra capacidad de potenciar (tal vez no lo suficiente) nuestros mejores instintos y dominar (no siempre) nuestras peores tendencias, así como todas las demás características de la naturaleza humana que son el producto de la evolución, incluida la religión misma.
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Images / Imágenes:
Burning of a heretic / Hereje en la hoguera. Author / Autor: Stefano di Giovanni. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Burning-of-a-heretic--_Sassetta--Melburn_museum.jpg. Public domain, via Wikimedia Commons.
René Descartes. Author / Autor: After Frans Hals. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Frans_Hals_-_Portret_van_Ren%C3%A9_Descartes.jpg. Public domain, via Wikimedia Commons.
References / Referencias:
1. Yuval N. Harari. Sapiens. A Brief History of Humankind. Random House UK. London, 2015.
2. Anthony Pagden. The Enlightenment and Why It Still Matters. Oxford University Press, Oxford, 2015.
3. Daniel J. Levitin. Successful Aging: A Neuroscientist Explores the Power and Potential of our Lives. Dutton, New York, 2020.
4. David Sinclair. Lifespan: Why We Age – and Why We Don’t Have to. Thorsons, London, 2019.
5. Edward O. Wilson. The Meaning of Human Existence. Liveright Publishing Corporation, New York, 2014. Chapter 15. “Alone and free in the Universe”.
6. Rachel E. Gross, 2015. Evolution is finally winning out over creationism. https://slate.com/technology/2015/11/polls-americans-believe-in-evolution-less-in-creationism.html. Accessed January 22, 2023.
7. Edward O. Wilson. The Social Conquest of Earth. Liveright Publishing Corporation, New York, 2012.
8. Thomas Piketty. Capital and Ideology. Harvard University Press, Boston, MA, 2020.
9. Mugambi Jouet. Exceptional America: What divides Americans from the World and from Each Other. University of California Press, Berkeley, CA, 2019.
Science and Enlightenment versus Religion.