Futuro (II) y Objetivos de Desarrollo Sostenible
Scientific knowledge and technology double every one to two decades, depending on the discipline in which information is measured. This exponential growth makes the future impossible to predict beyond a decade, let alone centuries or millennia. Futurists are therefore prone to dwell upon those directions which, in their opinion, humanity should go. But given our miserable lack of self-understanding as a species, the better goal at this time may be to choose where not to go.
—Edward O. Wilson (1)
The climate emergency is, according to Hans Rosling and all the available evidence, another of the five main risks that should cause all of us great concern. A world war is one of the other five main risks. The ongoing invasion of Ukraine, and the danger associated to an escalation of the conflict in the middle east—as of October 2023—, reminds us that we have to be vigilant. We must be prepared for anything, despite having enjoyed the longest period of global peace in history since the end of WWII (2). Sustainable economic progress—a current challenge by itself—is good for all, while war is bad business for all countries because it could lead to full-scale use of nuclear weapons that would result in mutually assured destruction (MAD). Albert Einstein said, “I do not know with what weapon World War III will be fought, but World War IV will be fought with sticks and stones.” Let's hope that at least that fear will free us from another world war.
We need to strengthen global institutions working for peace and progress, such as the U.N.—one of the greatest human political creations—that was launched after WWII by agreement of the most powerful countries of the world. The U.N.'s Sustainable Development Goals (SDGs) call on all countries, regardless of their wealth, to promote people's prosperity while protecting the planet. Ending poverty is goal number one, and ending hunger is number two, both requiring specific economic-growth strategies. Success in meeting these goals should enable education, health, social protection, and jobs while protecting the environment and addressing climate change (3).
United Nation’s SDGs
The COVID-19 pandemic has caused a very significant delay in the first two of the SDGs goals—eradication of poverty and hunger by 2030. The U.N. has sought the advice of scientists from around the world to assess these targets and learn how to meet them despite all recent circumstances. This could be one more example of evidence-based policy, which we are in great need of. Even the International Monetary Fund (IMF) called, in 2021, to promote science as an engine of economic growth. The IMF estimated that if the world had increased its public spending on science by 33% between 1960 and 2018, among other measures, per capita income would be 12% higher than it is today. Today the world spends almost U.S.$1.7 trillion on research and development of a global Gross Domestic Product (GDP) that is around U.S.$100 trillion. Therefore, a 33% increase of the R&D expenditure would represent a meek increase of U.S.$0.57 trillion, less than 0.6% from those U.S.$100 trillion (4-6).
If we are able to meet these goals and stop the runaway apocalypse horses of the climate crisis and biodiversity loss, the future of our descendants and future generations can be bright. We will need to continue and intensify the current trend of living in increasingly dense cities. In parallel, we must improve the productivity of agriculture to feed the 10 billion people or so who will live on the planet in the year 2100. At the same time, the environmental impact of human population, agriculture and, above all, livestock that we use to feed ourselves must be reduced. These steps must be combined with a better and more mindful conservation of nature, including plant and animal species. All of this is possible, and science can tell us how to do it, although it will not happen without costs nor in the blink of an eye (7,8).
Versión en español.
El conocimiento científico y la tecnología se duplican cada una o dos décadas, dependiendo de la disciplina en la que se mida la información. Este crecimiento exponencial hace que el futuro sea imposible de predecir más allá de una década, y mucho menos de siglos o milenios. Por lo tanto, los futuristas tienden a detenerse en aquellas direcciones que, en su opinión, la humanidad debería tomar. Pero dada nuestra miserable falta de autocomprensión como especie, el mejor objetivo en este momento puede ser elegir a dónde no ir.
—Edward O. Wilson (1)
La emergencia climática es, según Hans Rosling y toda la evidencia disponible, otro de los cinco principales riesgos que deberían preocuparnos a todos. Una guerra mundial es otro de esos cinco riesgos. La actual invasión de Ucrania, y el peligro asociado a una escalada del conflicto en Oriente Medio —a partir de octubre de 2023—, nos recuerda que tenemos que estar atentos. Debemos estar preparados para cualquier cosa, a pesar de haber disfrutado del período más largo de paz mundial de la historia desde el final de la Segunda Guerra Mundial (2). El progreso económico sostenible, un desafío actual en sí mismo, es bueno para todos, mientras que la guerra es un mal negocio para todos los países porque podría conducir al uso a gran escala de armas nucleares que resultaría en la destrucción mutua asegurada. Albert Einstein dijo: "No sé con qué arma se peleará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta Guerra Mundial se peleará con palos y piedras". Esperemos que al menos ese miedo nos libere de otra guerra mundial.
Necesitamos fortalecer las instituciones globales que trabajan por la paz y el progreso, como la ONU, una de las mayores creaciones políticas humanas, que se lanzó después de la Segunda Guerra Mundial por acuerdo de los países más poderosos del mundo. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU instan a todos los países, independientemente de su riqueza, a promover la prosperidad de las personas al tiempo que protegen el planeta. Poner fin a la pobreza es el objetivo número uno, y acabar con el hambre es el número dos, y ambos requieren estrategias específicas de crecimiento económico. El éxito en el cumplimiento de estos objetivos debería permitir la educación, la salud, la protección social y el empleo, al tiempo que se protege el medio ambiente y se aborda el cambio climático (3).
Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas
La pandemia de COVID-19 ha provocado un retraso muy significativo en las dos primeras metas de los ODS: la erradicación de la pobreza y el hambre para 2030. La ONU ha buscado el consejo de científicos de todo el mundo para evaluar estos objetivos y aprender a cumplirlos a pesar de todas las circunstancias recientes. Este podría ser un ejemplo más de política basada en la evidencia, de la que tenemos una gran necesidad. Incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) llamó, en 2021, a promover la ciencia como motor de crecimiento económico. El FMI estimó que, si el mundo hubiera aumentado su gasto público en ciencia en un 33% entre 1960 y 2018, entre otras medidas, el ingreso per cápita sería un 12% más alto que en la actualidad. Hoy en día, el mundo gasta casi 1,7 billones de dólares en investigación y desarrollo de un Producto Interno Bruto (PIB) global que ronda los 100 billones de dólares. Por lo tanto, un aumento del 33% del gasto en investigación y desarrollo representaría un mísero aumento de 0,57 billones de dólares, menos del 0,6% de esos 100 billones de dólares (4-6).
Si somos capaces de cumplir estos objetivos y detener los caballos desbocados del apocalipsis de la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, el futuro de nuestros descendientes y de las generaciones futuras puede ser brillante. Tendremos que continuar e intensificar la tendencia actual de vivir en ciudades cada vez más densas. Paralelamente, debemos mejorar la productividad de la agricultura para alimentar a los aproximadamente 10.000 millones de personas que vivirán en el planeta en el año 2100. Al mismo tiempo, hay que reducir el impacto ambiental de la población humana, la agricultura y, sobre todo, el ganado que utilizamos para alimentarnos. Estos pasos deben combinarse con una conservación mejor y más consciente de la naturaleza, incluidas las especies vegetales y animales. Todo esto es posible, y la ciencia puede decirnos cómo hacerlo, aunque no sucederá sin costes ni en un abrir y cerrar de ojos (7,8).
References / Referencias
1. Edward O. Wilson. The Social Conquest of Earth. Liveright Publishing Corporation, New York, 2012.
2. Steven Pinker. The Better Angels of our Nature. The Decline of Violence in History and its Causes. Penguin, London, 2011.
3. United Nations (UN), 2015. Sustainable Development Goals. https://www.un.org/sustainabledevelopment/. Accessed on January 9, 2022; United Nations (UN), 2022. https://www.un.org/sustainabledevelopment/news/communications-material/. Accessed on January 9 2022.
4. Nature editorial, 2021. How Science can put the Sustainable Development Goals back on track. Nature 589, 329-330 (2021). DOI: https://doi.org/10.1038/d41586-021-00104-0.
5. Alao-Ducharme R. 2021 annual report 4. International Monetary Fund. https://www.imf.org/external/pubs/ft/ar/2021/eng/downloads/imf-annual-report-2021-es.pdf. Accessed on October 7, 2021.
6. UNESCO Institute for Statistics. http://uis.unesco.org/apps/visualisations/research-and-development-spending/. Accessed on January 9, 2022.
7. Vaclav Smil. How the World Really Works. A Scientist’s Guide to Our Past, Present and Future. Penguin Random House UK, London, 2022.
8. Erle C. Ellis. Sharing the land between nature and people. Science 28 Jun 2019: Vol. 364, Issue 6447, pp. 1226-1228; DOI: 10.1126/science.aax2608.
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